Una lujosa urbanización, «El Manantial», situada en un lugar de veraneo de la costa mediterránea, es el lugar elegido por Raúl Guerra Garrido para que el protagonista de esta novela, acompañado de una prostituta contratada, pueda llevar a cabo una fría venganza contra el terrorista causante, dieciocho años antes, del asesinato de su padre, un guardia civil, en el ficticio pueblo vasco de Eibain, así como de la locura de su madre, quien siempre se creyó perseguida. Ya en su mismo título, La costumbre de morir (1980), da a entender el difícil acabamiento de la violencia mediante la propia violencia, ya que ésta genera su continuidad, aunque sea metamorfoseada en el tiempo y el espacio.
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