Chantal y Jean-Marc viven juntos en París y se quieren, se quieren tanto que incluso parecen confundirse. Y es que, a veces, se dan situaciones en las que, por un instante, ninguno de los dos parece reconocerse, en el que la identidad del otro se disuelve y, de rechazo, duda de la suya propia. Todo el que ama, todo el que convive en pareja, lo ha vivido alguna vez, porque lo que más teme en el mundo quien ama es «perder de vista» al ser amado. Pues eso es lo que, poco a poco, va a empezar a ocurrirles a Chantal y a Jean-Marc. Pero ¿en qué instante, ante qué gesto y en qué circunstancia precisa comienza ese aterrador proceso? Kundera atrapa al lector en el pánico que acompaña ese instante de extravío y éste ya no tendrá más remedio que adentrarse en el laberinto que recorren Chantal y Jean-Marc y en el que más de una vez deberá cruzar la frontera de lo real y lo irreal, o entre lo que ocurre en el mundo exterior y lo que elabora una mente en solitario.
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